miércoles, 16 de marzo de 2016

DEL TRABAJO AL AMOR DE MI VISA

Nunca pensé que estoy podía pasarme. Es sinceramente ridículo, pero el tipo de ridiculez que no quieres olvidar en tu vida.

Moxham Avenue, Dear Wellington.

Han pasado dos meses y medio desde que llegué a Nueva Zelanda y ya por fin puedo hablarles de mi primera experiencia laboral: ¡mesera!. Luego de que mi hermana Paula regresara a Chile después de "venir a dejarme", buena excusa para pasar dieciséis días de vacaciones juntas en Nueva Zelanda, la cosa se puso más seria. Con la Vane elegimos una ciudad random donde irnos a vivir. Miramos el mapa, nos tincó Wellington, se pensó y se hizo. Nos fuimos en bus desde Auckland y estuvimos 4 días en un backpackers, hasta que encontramos la Crazy House 1/126 Moxham Avenue, donde estuve viviendo los últimos dos meses. Cuántas personas en esa casa!, partamos por Adam, australiano en sus cuarenta, pintor por oficio, compartíamos una forma muy similar de ver el mundo y disfrutaba de sus conversaciones, sólo quería ser feliz y pensaba que todos formamos parte de una misma unidad. Caleb, el kiwi guy, noches de fiesta practicando inglés, aprendiendo modismos y enseñándole algo de español, aunque no logró aprender nada más que "dame un beso, linda". La pareja de lindos franceses Thibaut y Faustine, trabajaban en los ferries, alegres, sencillos, una pareja de amigos increíble con varios viajes en el cuerpo y muchos más por compartir, grandes personas. El loco italiano Libo, pintor también, siempre silbando, hablando fuerte, me atacaba con cosquillas, rara vez decía que no a una cerveza y definitivamente nunca decía no a un porrito, alegraba la casa, aunque más de una vez quise matarlo por un poco de silencio. July, la rubia argentina que viajaba sola, y se unió a la casa en las últimas semanas, al principio me pareció una chica rara, no quería conocerla mucho, pero esperé tanto que se hizo poco el tiempo que pasamos juntas, terminó siendo muy divertida su compañia. And last but not less El Ingeniero, Ignacio, Nachito para los amigos, el argentino músico, el millonario de la Working Holiday como le decíamos, con el cual creo que podemos terminar siendo grandes amigos y a quien le agarré mucho cariño en poco tiempo. Y obviamente no se me olvida la Vane, colorina, loca y alegre, chilena parner de viaje que conocí en agosto 2015 en una fiesta en Rancagua, le conté mis planes del viaje y me dijo "sabes que, voy a postular y si obtengo la visa me voy contigo". No le creí. A los 4 días de haber llegado a Auckland llegó ella, dos meses y medio estuvimos de roomates. 


No hay muchas fotos decentes de esa familia. Atrás Caleb, Thibaut and Faustine
a la izquierda, Italia a su derecha, la colorina la Vane y yo tomando la foto.

Mi compañero de casa Italia (solía llamarlos por el nombre de su país a modo de cariño) vió un anuncio en el Facebook de "italians in Wellington" de posiciones disponibles en un restaurant. Me dió el dato y envié un inbox y me respondieron que fuera al otro día. La Vanessa también estaba buscando trabajo así que le dije que hiciera lo mismo y al otro día fuimos las dos. Era el primer trabajo para el cual aplicábamos y lo obtuvimos de inmediato. "La Bella Italia", wou! Era como un sueño haber encontrado este trabajo de mesera con una visa Working Holiday (la mayoría encuentra de cleaner o en la fruta primero, quizá también porque es en lo que más buscan). Fue una experiencia buenísima en cuanto al lenguaje, mil por ciento recomendada para gente con un nivel de inglés intermedio deseando avanzar rápido, mi oído avanzó bastante con el acento kiwi día a día, aprendí muchísimo sobre el oficio, pero no me sentía a gusto y decidí irme. Las dos semanas siguientes estuve tratando de encontrar otro trabajo de mesera en Wellington pero no tuve la misma suerte...comenzó la angustia.

El día que conseguimos el trabajo en La Bella Italia
He pasado estas últimas dos semanas de asalariada preguntándome si viajé 9.135 kilómetros para pasármela de fiesta en fiesta, conversando con gente que no me interesa, sintiéndome rodeada y deseando estar sola, al mismo tiempo me convertía en ermitaña, y es que también se vuelve monótono conocer gente; dejé de escribir, mi segundo día en Nueva Zelanda mi cámara réflex murió y la sensación de perder a mi compañera de viajes fue horrible, planeaba capturar cada segundo con esa cámara. Se fue de vuelta a Chile con mi hermana, al mes después murió mi notebook, no es hueveo, el sueño de la blogger hecho mierda, es la razón por la cual todavía no hago ninguno de los vídeos que tenía en mente, mi diario de viaje si es que tiene 2 páginas llenas y 98 vacías, sintiendo que llegué hace apenas dos meses y ya tenía una rutina acá, lo positivo de esta rutina es que estoy amando el tiempo sola y los sentimientos nuevos que estoy experimentando (incluso los "amargos"). Tampoco es que no quiera una rutina, pero sin trabajo siento estaba teniendo la rutina equivocada. Y en la casa habían bastantes fiestas y es difícil escapar del lugar en donde vives.


Fotografía por Thibaut Varnier Photography 

Del país no puedo quejarme, Nueva Zelanda es todo y más de lo que esperaba, un país con una cultura completamente diferente a la nuestra. Camino por las calles sintiéndome una más, pasando desapercibida (la multiculturalidad me lo permite), olvidándome de lo lejos que estoy de casa, estando cómoda y no extrañando mucho. La gente acá es increíblemente amable. Tienen mucha paciencia con los extranjeros, la mayoría de ellos al menos, porque están acostumbrados a recibirlos. Las calles son limpias, reciclan la basura, son mucho más tolerantes con temas que en nuestra cultura dan que hablar o son tabúes, como la moda y la homosexualidad. Vístete como quieras y comete a quien se te canten las pelotas y todo bien. El otro día vi un show en un espacio público de Wellington cerca de un festival playground para niños, el show terminó con un beso en la boca de los payasos, y acá nadie se estresa porque Nicolás tiene dos papás. Eso me encanta, me fascina. He visto abuelitas vestidas de raperas y a la policía jugando basketball con la gente del barrio. Voy a un bar a tomarme un trago y todas las parejas se besan. Nadie los queda mirando con rareza. Voy a comprar a un negocio y lo primero que hacen es saludarme, preguntarme cómo está llendo mi día y eso es tan agradable, puede cambiar tu ánimo. Hay áreas verdes en todas partes, y hasta no sé, en una insignificante esquina frente al mar hay una banca para que te sientes a disfrutar el paisaje, como que dentro de sus políticas públicas es un punto importante los espacios recreativos, que la gente disfrute y conecte con la naturaleza, ellos crean esos espacios. Imposible no ser feliz y evolucionar a ser más amable en un país así. De a poco me siento más segura cuando salgo, confío más en ellos. El otro día tipo diez de la noche salí a comprar leche con chocolate al negocio de la esquina. Un tipo caminaba solo por la vereda de enfrente, cruzó justo a mi altura y agarré mi cartera por instinto. Me dijo hola y entro a su casa. Sentí vergüenza de haber desconfiado, se lo conté a mis amigos y me comentaron que quizá se habrían pasado el mismo rollo.  ¿Por qué ellos pueden ser así y a nosotros nos cuesta tanto?.


Bueno y entre esas dos semanas de angustia y en una de tantas noches de fiesta lo conocí. Stephan, el holandés que alegró mis últimos días en Welly, la persona con la que he logrado sentirme más cómoda durante todo este viaje (y durante mucho tiempo), con el no sentía que me cansaba  hablando, con él mi inglés fluía más fácil. 24 años, guapo y solo en un bar. Y como no todo es color de rosa en esta historia, Stephan dejaba Wellington a las tres semanas de conocerlo y en mis planes estaba dejar la ciudad también. Así que decidí irme a Holanda con el. Ahhhhh como te gustaría Daniela Jajajaja. Es una lamentable parte del viaje, porque en un viaje conoces mucha gente que está viajando también,  estoy aprendiendo a decir adiós sin llorar y con algo de alegría. Compartimos random días durante esas tres semanas, y asumo que pase mi última semana en Welly solo por él, porque quería conocerlo más, esperando que algo mágico pasara y nos quedáramos congelados en ese tiempo por más tiempo. El lunes 14 de marzo él tomaba el barco a la Isla Sur, y a la misma hora yo tomaba el avión en el aeropuerto en el medio de la tierra media con destino a Auckland, Isla Norte. En nuestra última conversación me dijo que sabía que nos volveríamos a ver algún día... así lo espero también

Cuando le gané una apuesta jugando Cups (pero el ganó la mayor parte del juego)

Y hace tres días ya que llegué a Te Puke, la Vane decidió quedarse en Wellington y aquí empieza mi viaje sola, buscando vivir la experiencia Kiwi digna de todo Working Holiday. Hace un mes había venido a postular en persona porque los cupos se llenan rápido. Ayer fui a hinchar y hoy me llamaron para asistir a inducción mañana, que felicidad! En tres meses más les cuento que tal fue, si logré soportarla completa y si valió la pena. Empieza a llover en este hermoso y pequeño pueblo y estoy escribiendo al aire libre, así que será hasta una próxima queridos. 

Con amor desde al capital mundial del kiwi, 
Voy y vuelvo!

Ps. Espero que tu nunca leas esto, pero si lo haces solo quiero decirte gracias.
That was witty?
😂

miércoles, 13 de enero de 2016

QUE SENTI AL PARTIR: pensamientos de últimos días en Chile

A tres semanas de dejar el país que ha sido mi hogar por 26 años, los sentimientos abundan a flor de piel.La emocionalidad se apodera de cada célula de mi cuerpo.Si hay algo que odio en la vida es decir adiós. Cuando la gente me pregunta cómo me siento normalmente respondo que triste, y de ahí nace el pedante comentario: "tu elegiste irte así que ahora no llores". Y sí! yo tomé esta decisión de partir y sé que nunca me arrepentiré de ella, pero eso no quita que dejar a mi familia, amigos, mascota, lugares, olores y sabores sea un sacrificio de parte de nosotros, los que elegimos irnos. ¿Por qué decidí partir? Mi curiosidad por el mundo es innata e instintiva, no vengo de una familia en la cual vacacionáramos en el extranjero durante mi niñez ni mucho más, simplemente nací así, con una sed insaciable de conocer y compartir culturas que se ha potenciado con los años y situaciones que he vivido. 

Es irónico que mi primer viaje fuera de Chile fué a los 16 años, buscando a alguien que partió, Melisa, mi mejor amiga de ese entonces, de hoy y de mañana probablemente. Su familia decidió emigrar hacia Argentina, la conocía del colegio y llevábamos seis meses cultivando amistad cuando tuvo que irse. El día de la despedida elegí ir de paseo a la playa con mis padres para evitar decirle adiós. Me arrepiento muchísimo de haber hecho eso. Cuando llegamos de la playa corrí a su casa (literal, tal cual teleserie venezolana), pero ya se habían ido. Me pareció inconcebible la idea de no verla el verano siguiente, así que cuando llegó Diciembre vendí sandías y completos, junté el dinero suficiente para los pasajes y mis padres me apoyaron con el resto, y partí el viaje a su casa un 05 de enero del 2006. 21 días en la República Argentina. Aún no me explico cómo mis padres firmaron el consentimiento para salir del país, ya que son extremadamente aprensivos, sobre todo mamá. 

El pequeño pueblito donde vivía la Meli era seguro, limpio y perfecto. Entendí por qué sus padres habían tomado esa decisión. Desde ese entonces supe que era posible, que podía ahorrar y recorrer y que no necesitaba demasiado, y lo más importante es que me sentía bien haciéndolo. Si ese lugarcito me había impresionado ni imaginaba cuánto me faltaba por ver. Cada viaje después de ese no hizo más que incrementar la curiosidad, alejar los destinos y aumentar el nivel de dificultad de ellos (a pesar que nunca salí de Sudamérica). Los seis meses de amistad con Melisa hoy ya van en 12 años, somos prácticamente como hermanas y es la única relación a distancia que he logrado mantener. Después de ese viaje prometimos no dejar pasar más de dos años sin vernos. Así se ha cumplido desde entonces. Te amo preciosa.


Verano del 2006. Entre Ríos, Argentina. Primer viaje a casa de Meli.

Después de estudiar 5 años una carrera que no me lleno el alma y que es completamente opuesta a los valores que he desarrollado supe más aún y decidí que lo que quería hacer era viajar: verlo todo, probarlo todo, experimentarlo en carne propia y que no me lo cuenten. Sumado a esto, siento que nunca encajé en el sistema chileno, aquí se me pasaría la vida entre los reclamos, la intolerancia, los prejuicios, las explicaciones, la envidia y mala onda social absorberían mi alegría (de una forma ya lo estaban haciendo).

Yo no sé que pase conmigo en el futuro y tampoco deseo saberlo. Lo único que busco para mi vida es sentirme feliz, reírme mucho, hacer lo que se me canten las pelotas (que no tengo), estar conmigo!. Quizá mañana tenga que volver a Chile, quizá después de New Zealand venga otra Working Holiday, quizá mañana me coma un tiburón o quizá viva 100 años.

Por ahora, disfrutar!
Con amor desde mi corazón,
Voy y vuelvo!





Nogales, 05 de diciembre 2015.